Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. (2 Timoteo 2:13)
Ayer hablaba sobre la fidelidad de Dios, no obstante, esta misma fidelidad debe estar presente en cada hijo de Dios, porque, primeramente, estamos llamados a reflejar el carácter de Dios en nuestras vidas, pues debemos imitarlo a Él en todo (Efesios 5:1). Y en segundo lugar, porque es uno de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:22–23). Por lo tanto, la fidelidad debe ser evidente en nuestras acciones, palabras y relaciones. Ser fieles significa ser constantes y firmes en nuestro compromiso con Dios y con los demás, incluso cuando enfrentamos dificultades o tentaciones.
Si hacemos la pregunta: ¿Por qué debemos ser fieles? Podríamos dar las siguientes razones:
1. Para Honrar a Dios: Nuestra fidelidad honra a Dios y glorifica su nombre. Cuando somos fieles, estamos reflejando su carácter al mundo. En Mateo 5:16, el Señor nos exhorta, diciendo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
2. Para Edificar a la Iglesia: La fidelidad en los creyentes es crucial para la edificación de la iglesia, porque cuando somos fieles, fortalecemos a nuestros hermanos en la fe, mostrando el amor y la unidad que debe caracterizar al cuerpo de Cristo (Efesios 4:1–3).
3. Para Ser Testimonio al Mundo: Nuestra fidelidad es un testimonio poderoso para aquellos que no conocen a Cristo. En un mundo donde la infidelidad y la falta de compromiso son comunes, nuestra constancia y lealtad destacan y atraen a otros a Cristo. En 1 Pedro 2:12 se nos anima a vivir de manera ejemplar para que, aunque hablen mal de nosotros, puedan ver nuestras buenas obras y glorificar a Dios.
Saber que Dios nunca nos abandonará, incluso cuando fallamos, nos da la fuerza y la motivación para ser fieles a Él y a los demás. Recordemos siempre que nuestra fidelidad no es solo una respuesta a su amor, sino también un reflejo de su carácter inmutable. Que nuestras vidas sean un testimonio de la fidelidad de Dios, mostrando al mundo la seguridad y esperanza que se encuentran en una relación con Él.
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