Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. (Romanos 5.10 RVR60)
¡Qué sorprendente pregunta! Aunque puedo decir que soy un ser humano de paz, no tengo enemigos y estoy seguro de que nadie me considera su enemigo. Quizás usted también pueda aseverar lo mismo que yo. Sin embargo, prestemos atención al versículo del encabezado, porque puede que nos consideremos personas de paz y que no tenemos enemigos, la Palabra de Dios dice algo completamente diferente. En la esfera espiritual no existe neutralidad: O estoy con Dios o estoy en su contra. Bien dijo el Señor Jesús: «El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama» (Lucas 11.23 RVR60).
Puede que usted piense ser neutral en lo espiritual, pero se equivoca, usted piensa aquello porque desconoce la Biblia. Ella nos dice claramente que somos enemigos de Dios por naturaleza. Quizás se pregunta: ¿Cuál naturaleza? La naturaleza del pecado que mora en cada corazón humano y que traemos de nacimiento.
Déjeme poner un ejemplo, supongamos que trabajo en una gran empresa, pero no tomo en cuenta las directrices dadas por la dirección, lo cierto es que no sirvo a los intereses de esa empresa. Entonces, si no vivimos conforme a los intereses, directrices y estándares de Dios, si no vivimos conforme a lo que Dios desea o lo que ha pedido que hagamos, en realidad nos oponemos a Él. Por lo tanto, inconscientemente soy enemigo de Dios.
Si alguien lee estas líneas y no ha acudido a Jesús buscando el perdón de sus pecados y la salvación de su alma, quizás sin saberlo está en oposición a Dios. Se puede ser cortés, amable, culto, educado, honesto, moral e incluso religioso ¡y sin embargo ser enemigo de Dios! Si usted se quiere reconciliar con Dios, Jesús es el único camino para ello, pues dice su Palabra:
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados. (2 Corintios 5.18–19 RVR60)
¡Qué temible pensamiento ser enemigos de Dios! Por eso le suplico que considere el juicio divino, porque si usted muere sin haberse reconciliado con Dios, su destino es claro, la condenación eterna. Pero Dios puede cambiar su estado de enemigo a amigo, basta con que acuda al Señor Jesús con arrepentimiento, buscando el perdón de sus pecados y la salvación eterna de su alma. Para dejar de ser enemigo de Dios, solo debe creer en el Señor Jesús como su Salvador. ¡Acuda ahora y Él le dará la seguridad eterna de su alma!
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