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Un Dios que se ríe




Él volverá a llenar tu boca de risas y tus labios con gritos de alegría. (Job 8:21 NTV)


Existen hermanos que piensan que los creyentes no debemos ser alegres o reírnos mucho, menos reírnos fuerte, casi que toman esto como una especie de pecado. Ellos creen que los creyentes tenemos que ser serios o andar serios la mayor parte del tiempo. Claro, tampoco es que no vamos a estar riendo todo el día, porque bien dicen las escrituras: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar» (Eclesiastés 3:1 y 4). No obstante, como seres humanos, Dios nos creó con la capacidad de reírnos, pues fuimos hechos a su semejanza. Su Palabra nos dice:


Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá [énfasis añadido]; el Señor se burlará de ellos. (Salmos 2:2–4)


Sí, aunque a muchos les cueste creerlo, Dios también se ríe, lo mismo dice en Salmos 37:13. Mis hermanos, Dios no es un Dios amargado o que está perpetuamente enojado, por el hecho de nuestro pecado. Aunque sí es cierto que está airado contra el impío todos los días (Salmos 7:11), pero no por eso debemos pensar en que Dios está amargado todo el tiempo; ¿acaso el salmista podría decir esto de un Dios amargado?


Me mostrarás el camino de la vida, me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre. (Salmos 16:11 NTV)


Mis hermanos, el Cielo es un lugar de gozo, no de amargura; la amargura está entre los condenados y en el diablo con sus huestes. Si leemos la parábola de los talentos, vemos que el Señor Jesús comienza diciendo: «el reino de los cielos es como» y cuando premia al siervo que fue fiel, le dijo: «Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor [énfasis añadido]» (Mateo 25:23).


Así que, hermanos, cambiemos esa manera de pensar si es que creemos que nuestro Dios es serio, amargado o que se molesta de la risa de los suyos. Aprendamos a vivir alegres y gozosos en este mundo e imitemos a nuestro Señor quien afrontó la cruz por el gozo que había delante Él (Hebreos 12:2).

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