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Un Problema de actitud




Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. (Lucas 17.10 RVR60)


En este relato que contó el Señor Jesús (Lucas 17.7-10) sobre la disposición de un esclavo para con su señor. Nos dice que aquel esclavo, después de trabajar todo el día en el campo, no se le permitió comer, sino hasta después de haberle preparado comida a su amo, servirle y esperar a que él terminase. Tenía que permanecer allí de pie a su lado hasta que el hombre terminara de comer. Y lo interesante de todo, es que el Señor Jesús nos dice que ni siquiera debía darle las gracias, ya que era su esclavo (v. 9). Pero ¿cómo podía el Señor Jesús, quien vivió entre nosotros como «el que sirve» (Lucas 22.27), parecer tan desalmado?


La verdad es que no es así, sino que el contexto del pasaje nos entrega la respuesta a esta posible mala interpretación del texto bíblico. El Señor acababa de decirle a sus discípulos que tenían que ser considerados con otros, evitando ponerles tropiezo, es decir, hacerles pecar (vv. 1, 2). También les dijo que debían corregir a los que pecaban contra uno, pero al mismo tiempo, que debían perdonar a quienes se arrepentían (vv. 3, 4).


Tras lo cual, los apóstoles se dieron cuenta que para poder vivir a la altura de los estándares de Dios, necesitaban más fe, de ahí que dijeran: «Auméntanos la fe» (v.5). A lo que el Señor respondió que si tenían fe como un granito de mostaza podrían eliminar cualquier cosa que les impidiera obedecer sus mandamientos y ordenanzas, y de estar a la altura de los estándares divinos (v. 6). Tras lo cual les relató esta ilustración con el fin de mostrarles la necesidad de cumplir con esas obligaciones alegremente por amor y no a regañadientes o esperando recibir alguna recompensa por hacer lo que nos manda, de ahí que dijera el verso del encabezado: «Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos».

Y esa es la lección para nosotros, hermanos, que tenemos que depender humildemente de nuestro amo, obedecerlo de corazón, ya que este último debe estar lleno de amor y gratitud por aquel que nos compró a tan alto precio. Y somos nosotros los que debemos darle gracias durante toda nuestras vidas por lo que hizo por nosotros, por eso es que Él no tiene la necesidad de darnos las gracias cuando hacemos lo que nos mandó hacer. Tal como dice en su Palabra: Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5.18–19 RVR60)


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